Description
Hacia el sur de Chiapas en la región de la Frailesca, existe un pintoresco pueblito rural llamado Chiquinillal. Con sus calles empolvadas por la falta de asfalto y rodeado por montañas majestuosas, nació el primer retoño de Don Herminio y Doña Celida, a quien llamaron Marlene.
Siendo la primer hija de una familia de 7 y naciendo con el gran reto de ser mujer en una cultura donde los varones eran bienvenidos con mayor gozo, ya que podían ayudar en el cultivo y cosecha de maíz, frijol y café. Sin embargo para Marlene so fue impedimento ser mujer y ha sabido demostrar su gran capacidad para desempeñar labores rudas, y hacerse cargo de su propia finca de café de 3.5 hectáreas, comprada a su padre. Actualmente su finca cuenta con 7 mil cafetos además de maíz y frijol.
Marlene fue forjada con mano dura por sus padres, haciendo de ella una ejemplar mujer campesina. Aunque con franqueza admite que no gozó de los mismos privilegios que sus hermanos menores, sin resentimiento lleva una relación cercana con cada uno de ellos. Ella ha tenido una trayectoria de vida llena de éxitos, fracasos, tropiezos y superación. Pero a pesar de lo duro que la vida la ha tratado, ha aprendido a ver lo mejor de cada experiencia, aprovechando las oportunidades.
Su adolescencia no fue fácil, físicamente estaba con un peso muy bajo para su edad, pero era capaz de cargar 50 kilos de café cuesta arriba. Sus padres no se lo permitían pero ella insistía en ayudar aunque no caminaba mucho con la carga porque le daba risa, provocando que la carga se cayera.
Llegar a los cafetales era una caminata de 2 oras cuesta arriba. Razón por la cual tiene piernas fuertes como la mayoría de las mujeres que se dedican a la caficultura.
Su mensaje es siempre y cuando creas en Dios todo es posible para alcanzar lo que quieras y que te lo propongas.
A los 14 años salió de Chiquinillal para ir a estudiar la secundaria a Jaltenango. Al concluir sus estudios se fue a Siltepec a estudiar en el COBACH, donde se enamoró de un joven con quien se casó a los 18 años, abandonando sus estudios. Inició una nueva etapa en su vida siendo mamá muy joven y con muchas limitaciones económicas, lo que la llevó a dejar sus 2 hijos bajo el cuidado de sus padres para irse con su esposo a los Estados Unidos en busca de fortuna. Su sueño se vio truncado al no encontrar trabajo y después de 8 meses decidió regresar a Chiquinillal y poco después su esposo regresó también.
Juntos han logrado levantar a su familia formada por 4 hijos, quienes nacieron en casa ayudada por una partera. Su ultimo hijo nació mientras ella se reía durante el parto. Prueba muy clara de que Marlene mantiene ese entusiasmo, aún en los momentos dolorosos.
Cada día es un reto para Marlene y aprovecha sus experiencias de sufrimiento para dar consejería a los jóvenes y guiarlos por un buen camino. Algunos se lo agradecen y otros le dan la espalda pero para ella eso no es un fracaso, porque no deja de esforzarse por hacer el bien para los demás. Su corazón bondadoso es su gran belleza.
Sus hijos también participan en el trabajo que involucran los cafetales, además de las labores domesticas; es toda una labor familiar donde la edad no es un impedimento para trabajar, y gracias a su unión como familia han logrado incrementar su producción y calidad.
Al inicio su cosecha fue relativamente baja e irregular de 5 a 12 bultos por año, cada bulto pesando 70 kilos. Marlene agradece a su esposo Mayro quien se fue a los Estados Unidos para poder tener dinero y contratar a alguien para plantar 5 mil cafetos más resistentes a la plaga. Posteriormente en el 2022 se obtuvo aproximadamente 23 bultos, el 2023 aumento a 27, y en este año 2024 se alcanzó 40 bultos.
Para Marlene y sus esposo, sus ganancias son principalmente para apoyar en la educación de sus hijos, además de la compra de algunos productos básicos.
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